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Puerto de Bermeo, 8.30 de la mañana. Sol radiante, viento sur y temperaturas casi veraniegas en pleno otoño – día 1 de noviembre-. Una cincuentena de personas aguardan ansiosas la salida de la embarcación «Hegaluze». Uno de los objetivos de la jornada: ver delfines y ballenas.
Maider, de la Fundación Lurgaia, da las últimas indicaciones antes de zarpar. La mar está «revoltosa», y aunque a simple vista desde el protegido puerto deportivo bermeotarra no lo parece, olas de dos metros surcan el océano. Eso sí, el periodo entre olas es largo, lo cual evitará tambaleos excesivos. Aún así, la «biodramina» era más que recomendable.
La conocida Isla de Ízaro presencia nuestro inicio de jornada de avistamiento. Pasamos a su lado mientras los tripulantes se van ubicando en el barco ojo avizor. Además de cetáceos, el grupo pretende ver gran variedad de aves marinas. A lo lejos ya se ve la plataforma La Gaviota (un gran almacén de gas natural). Seis horas de apasionante navegación por delante. El cabo de Matxitxako cada vez más lejos…
Gran variedad de aves marinas
Los miembros de la Fundación Lurgaia empiezan a «cantar»: “¡Tres alcatraces en vuelo a las 2!”, “¡pardelas a las 11!”, “¡paiño a las 9!”. No ha hecho falta esperar mucho para que las primeras aves empiecen a aparecer. Del viento fuerte que se esperaba, ni rastro. El día acompaña.
Pero la «marcha» no está solo en el aire. Los primeros grupos de túnidos hacen acto de presencia. Los que no están acostumbrado alucinan con el espectáculo de saltos que presencian. Los bancos de atunes ya no nos abandonarían durante todo el día.
Prismáticos, cámaras de fotos (algunas con objetivos de tamaños dignos de mención), guías, blocs de notas y teléfonos móviles mantenían una actividad frenética. No había tiempo para el aburrimiento. Ni para despistes, los «vigías» que ocupaban la parte superior del barco se ocupaban de ello.
Delfines comunes y zifios de Cuvier
Antes de llegar a la Fosa de Capbreton llega el primer sobresalto generalizado. Un grupo de delfines comunes hace su aparición por la proa del «Hegaluze». Son varios ejemplares entre los que hay varias crías. Haciendo honor a su carácter amigable, los cetáceos se acercar al barco y juegan pasando de un lado a otro, saltando y haciendo giros mientras nos acompañan.
Tras un buen rato disfrutando de la presencia de esto amigables mamíferos marinos, el «Hegaluze» prosigue su marcha. Pardelas, alcatraces, paíños, págalos, cormoranes, gaviotas y alondras surcan el horizonte ante la atenta mirada de los miembros de la expedición.
Al llegar a uno de los vértices de la Fosa de Capbreton hacen su aparición tres zifios de Cuvier. Dos de ellos desaparecen rápidamente, el tercero se deja ver un poco más, pero, aún así, se trata de una aparición fugaz. Estos ballenatos no son fáciles de ver. ¡Probablemente el momento del día!
La embarcación emprende el camino de vuelta poco después. que enfila rumbo a la costa con una mar cada vez más picada por el cambio del viento. Dejamos a la izquierda el Estuario de Urdaibai y volvemos al regazo del puerto deportivo de Bermeo. Todo el mundo encantado. ¡El día ha sido redondo!