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¿Sabéis cómo explica la mitología la formación de los Pirineos? Todo gira en torno a una historia de amor imposible entre la bella Pyrene y el héroe griego Hércules…
Cuenta la leyenda que Tubal, hijo de Noé y primer poblador de la Península, tenía una hija de extraordinaria belleza llamada Pyrene. A ella le gustaba pasear por los bosques, y eran muchos los que sucumbían a sus encantos femeninos.
Tal era la belleza de la ninfa que acabó llamando la atención de Gerión, un monstruo gigante de tres cabezas y tres cuerpos que vivía en la isla de Eriteia (actual Cádiz). Este quiso hacer de Pyrene su esposa, pero ella no aceptó, huyó de él y se escondió en las montañas del norte. Su corazón estaba reservado para Hércules.
Gerión vio atacado su orgullo y no dudo en ir a buscarla y quemar las montañas para que Pyrene no pudiese escapar. Dice la leyenda que un águila lo presenció todo y avisó al joven Hércules, que acudió al rescate de su amada. El destino quiso que solo pudiese abrazarla segundos antes de que la hermosa ninfa exhalase su último suspiro. Ella usó sus últimas fuerzas para explicar al héroe heleno quien era el culpable.
Una cordillera de extraordinaria belleza
El dolor de Hércules fue tal que decidió enterrar a su amada colocando enormes piedras sobre ella. Se afanó tanto en dicha empresa que erigió enormes montañas de piedra. Así pues, quedó conformada una impresionante cordillera montañosa. Los Pirineos, la cordillera más impresionante de la Península Ibérica, surgieron, pues, del amor entre Hercules y Pyrene. Su belleza, dicen, recuerdan a la de la joven ninfa.
No cabe duda de que las historias mitológicas son una suerte de cuentos, pero lo que es indudable es que la belleza de los Pirineos tienen un magnetismo casi irreal, exactamente igual que el que, según la leyenda, desprendía la joven Pyrene. No sería de extrañar que Hércules hubiese llevado a cabo semejante proeza para preparar el nicho eterno de su amada.