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Con motivo de la celebración del día de la naturaleza y la vida silvestre el 3 de marzo, desde Landk nos hemos querido acercar a conocer a la Fundación Lurgaia que trabaja sin descanso para ayudarla con su labor. Si quieres conocerlos y aprender más sobre cómo podemos cuidar nuestros bosques, sigue leyendo.
¿Nos podéis explicar brevemente en qué consiste vuestra labor?
Somos una entidad privada sin ánimo de lucro y nos dedicamos a la gestión del patrimonio natural en favor de la biodiversidad y, para eso, nos centramos en la recuperación de ecosistemas, especialmente, los bosques. Para hacerlo usamos dos herramientas: la custodia del territorio para acceder a los terrenos y el voluntariado medioambiental para ayudarnos a restaurarlos.
¿Quiénes estáis detrás?
A nivel organizativo, hay un patronato, compuesto por gente del mundo del naturalismo y la biología y tres personas gestionando la actividad a diario. Pero, sobre todo, lo que hay detrás es un montón de gente colaborando de manera voluntaria. Gente de perfiles muy diferentes que lo único que tienen en común es que quieren actuar en favor del medio ambiente.
¿Con qué instituciones y organismos habéis podido colaborar?
Accedemos a ayudas puntuales de las instituciones para proyectos específicos pero no son la base de nuestra financiación y, en parte, es porque así lo hemos decidido. Tenemos el convencimiento de que es la sociedad civil la que debe ser el motor de este tipo de iniciativas.
También llegamos a acuerdos con algunos ayuntamientos que nos contactan, como, por ejemplo, el de Muxika, con quienes estamos recuperando parte de los terrenos municipales y convirtiéndolos en bosques.
Colaboramos también con entidades de carácter social, como Fundación BBK, que, desde hace 10 años nos ayuda a trabajar en favor del medio ambiente integrando, además, el componente de sensibilización y de implicación de la sociedad.
Y lo cierto es que, cada vez más, el sector privado se está implicando en proyectos como el nuestro. Hay empresas que están incluyendo el componente medioambiental en sus planes, a través de la financiación o del voluntariado corporativo o compensando las emisiones de CO2 generadas con su actividad. Un ejemplo: la Fundación Athletic Club compensa las emisiones de los desplazamientos del primer equipo plantando árboles con nosotros. Pero hay muchísimos más.
Gestionamos unas 500 hectáreas y hemos plantado alrededor de 150.000 árboles y arbustos
¿Cuáles son los hitos conseguidos hasta ahora?
Pues, aunque los números no son lo nuestro, sí que resultan significativos en este caso. Gestionamos unas 500 hectáreas de terreno en recuperación en diferentes ubicaciones. Desde que empezamos en 2002, hemos plantado alrededor de 150.000 árboles y arbustos y la mayor parte de esos, se han plantado con la ayuda de cerca de 2.000 voluntarias y voluntarios. Además, tenemos unos 480 socios, lo que, para una entidad pequeña y relativamente local como la nuestra, es una cifra impresionante.
Pero el hito que más llena es nuestro bosque de Undabaso. Estamos creando un bosque en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai que está cerca de alcanzar las 160 hectáreas y que será, en el futuro, el robledal mixto más grande de la reserva y el segundo mayor de toda Bizkaia. Y sigue creciendo.
¿En qué proyectos estáis actualmente volcando vuestros esfuerzos?
Undabaso es nuestro foco de atención. Queremos conseguir una gran masa contigua de bosque, en vez de muchas pequeñas, para que se den los procesos naturales que tienen lugar en los bosques, así que lo estamos priorizando. Y para llegar a esas 160 hectáreas, tenemos en marcha una recaudación de fondos, a través de nuestra web lurgaia.org.
También estamos trabajando intensamente para conseguir replicar esta iniciativa en Gipuzkoa, generando un grupo de actuación allí.
¿Cómo os ha afectado el estado actual de la pandemia para vuestros proyectos?
Muchísimo. Las jornadas de voluntariado se han visto muy reducidas y, durante la mayor parte del tiempo, completamente suspendidas por las restricciones vigentes. Y nuestra fuerza es nuestro voluntariado. No es solo una cuestión de sensibilización o de simbolismo. Sin las manos de nuestra gente, somos las/los que trabajamos en Lurgaia, quienes tenemos que hacer todo el trabajo. Y no podemos avanzar lo que nos gustaría.
¿Cómo podemos participar los ciudadanos?
Hay muchas formas de colaborar y las recogemos en nuestra web. Una de ellas es asociándose y pagando una cuota anual. Se puede hacer una donación puntual o comprar un bono de bosque para regalarle a alguien un pedacito de bosque, de manera simbólica. Estamos trabajando en una iniciativa para apadrinar árboles. También se puede participar en las campañas de recaudación que solemos poner en marcha. Hay familias o pequeños negocios que compensan el CO2 de su actividad diaria o de sus viajes mediante la plantación de árboles. Y, si eres propietaria o propietario de un terreno, puedes cedernos el uso para dedicarlo a conservación o, incluso, donarlo a la Fundación. Y, por supuesto, se puede ayudar acudiendo a nuestras jornadas de voluntariado.
En Euskadi, a lo largo de los siglos hemos reducido los robledales en un 90%
¿Cómo está nuestro entorno cercano en cuanto al estado de sus bosques, animales, ecosistemas acuáticos…?
Lo cierto es que Euskadi tiene una imagen verde y de medio ambiente cuidado, tanto hacia el exterior como la percepción que tenemos nosotros mismos. Por ejemplo, nos da la sensación de que estamos rodeados de bosques, pero no es así. A lo largo de los siglos hemos reducido los robledales en un 90%. Y el verde que vemos a nuestro alrededor son, generalmente, cultivos de coníferas o eucaliptos con un alto grado de alteración y poca biodiversidad. Y, en la medida en que nuestros bosques son escasos, toda la biodiversidad asociada a ellos, se encuentra en peligro, incluida, claro está, la fauna.
¿Cómo podemos actuar para intentar proteger los humedales y ecosistemas acuáticos?
Cualquier acción que implique la vuelta de estos espacios a su estado natural favorecerá su recuperación. La mayor parte de los hábitats dañados, solo necesitan una acción inicial y, después, dejar actuar a la naturaleza y protegerlos de más degradación. Eso implica, muchas veces, evitar o minimizar la acción humana e incluso su presencia.
Eso no quiere decir que no los podamos disfrutar, pero siempre con el máximo respeto y sin alterar nada. Los humedales, por ejemplo, son ecosistemas muy frágiles y cualquier huella que dejemos en ellos puede ser muy perjudicial.
Hay que saber también que todo lo que hacemos tiene un impacto en el medio natural y los ecosistemas acuáticos son especialmente sensibles. Por ejemplo, no todo el mundo sabe que cualquier cosa que echemos al suelo, como una colilla, por ejemplo, irá, a través del sistema de recogida de pluviales, al río y después al mar.
¿Qué es un bosque, y por qué es importante su recuperación con especies autóctonas?
Un bosque es un sistema muy complejo, formado por especies vegetales autóctonas, diversas y de diferentes edades, así como el sistema hídrico, el clima, la fauna y el suelo, incluyendo hongos, bacterias, lombrices y otros seres que lo habitan. Todo esto establece una red de interacciones de flujos de materia y de energía y, cuanto mayor sea esa complejidad, más biodiversidad contendrá. La madera muerta, por ejemplo es uno de los elementos más importantes en un bosque y, sin embargo, es casi inexistente en nuestras masas forestales.
Restaurar un bosque implica recuperar el estado original que debió tener ese hábitat
¿Existe una diferencia técnica entre reforestar y restaurar un bosque?
Por supuesto. Reforestar es solo plantar árboles. Pero esos árboles pueden ser especies exóticas, como el pino o el eucalipto. Restaurar implica mucho más. Se trata de recuperar el estado original que debió tener ese hábitat antes de ser alterado por el ser humano y dejarlo madurar, es decir, no extraer más los recursos de dicho bosque. Esa es la parte más difícil de asimilar por la sociedad. Pero en eso estamos.
¿Cuáles son los pasos necesarios para recuperar un bosque? ¿es suficiente con plantar los árboles?
No, claro. Hay que restaurar la estructura orgánica del suelo, alterado después de años de maltrato. Pero primero hay que intentar recuperar el perfil original para restaurar la hidrología porque las pistas de extracción de madera causan graves afecciones. Se estudia qué especies de árboles y, muy importante, también de arbustos, serían propias de la zona, se recoge semilla local, se hace crecer y se planta. Además, hay que eliminar las especies exóticas, proteger los ejemplares plantados para evitar los daños por la fauna y hay que hacer todo lo posible para favorecer la entrada de aves, anfibios, etc.
¿Cómo surgió la idea de adquirir los terrenos para este fin?
Como decimos, un simple vistazo alrededor nos hizo darnos cuenta de lo necesario de dejar de teorizar y emprender acciones reales. Y la mejor manera de garantizar el éxito y la protección a futuro era adquirir los terrenos en custodia. La custodia es un acuerdo de cesión de uso o compra entre el propietario y una entidad con fines de conservación.
Esta herramienta nos permite tener una garantía legal para evitar la explotación a futuro y, en el caso de la compra, para siempre, y una garantía de cara a nuestros donantes ya que los estatutos de la Fundación y la ley de fundaciones así lo obligan.
El monocultivo no captura tanto CO2 y consume más agua
¿Qué hay de cierto en el impacto de los bosques y las plantaciones de pinos/eucaliptos en el cambio climático? ¿no sirven todos para reducir el CO2?
Todos los árboles capturan CO2, eso es cierto. Pero está demostrado que un monocultivo de árboles no captura tanto como un bosque con todos sus componentes y el resto de vegetación. Los suelos son grandes captadores de CO2 pero los de estos cultivos han sido muy alterados de forma cíclica, rompiendo su equilibrio y funcionamiento.
Si la extracción de la madera es para un producto de larga vida, como materiales de construcción, ese carbono seguirá secuestrado, pero estos cultivos suelen ir para celulosa, así que, en el proceso de romper la madera y generar la pulpa liberas otra vez el carbono capturado.
Pero no solo tenemos que pensar en CO2 y en cambio climático. Hay muchos otros factores. Un bosque consume menos agua que un monocultivo, por lo tanto, hay una mayor disponibilidad hídrica.
El eucalipto, por ejemplo, provoca la impermeabilización de los suelos y libera sustancias que inhiben el crecimiento de otras especies hasta el punto de que son tóxicas para algunos anfibios, así que afecta en gran medida a la biodiversidad.
¿A dónde nos lleva la masiva plantación de eucaliptos y pinos? ¿qué efectos puede tener en nosotros?
Hay un doble impacto. Primero, directamente a nuestra biodiversidad, porque la reducen drásticamente y afectan muy negativamente a nuestras especies. Luego, indirectamente a nosotros, por tener una menor biodiversidad. Y, además, porque es una especie que necesita el fuego para su supervivencia y genera las condiciones ambientales necesarias para que haya fuego. Eso nos puede afectar a nuestro patrimonio, ya no solo natural y paisajístico, si no también material personal.
¿Cómo podemos desarrollar modelos de restauración forestal que sean económicamente viables?
Pues depende de si buscamos rentabilidad a corto plazo o podemos poner el foco un poco más allá. Una plantación de eucaliptos da un beneficio en unos pocos años, aunque no demasiado. Un sistema forestal en buen estado de conservación genera bienes, aparentemente intangibles, como el agua, el oxígeno, la captación de CO2, la regulación del clima, etc, que son difíciles de cuantificar a nivel individual pero que son superiores al otro modelo. Un paisaje en buen estado aporta un gran valor a nivel de turismo y de un turismo, además, de calidad: el turismo de naturaleza y ecológico.
El modelo ideal debería equilibrar la gestión sostenible de algunas zonas, con especies autóctonas o, al menos, de turnos de corta mucho más largos, con más beneficio económico. Pero, sobre todo, combinarlo con la conservación estricta de grandes áreas.
Nunca tendremos bienestar ni salud de espaldas a la naturaleza
¿Es posible el desarrollo urbanístico y empresarial respetando la naturaleza?
Por supuesto. Eso sí, a nivel urbanístico, habría que cambiar muchos de los objetivos de las políticas, directivas de ordenación del territorio, planes territoriales, etc. Nuestro entorno urbano y el entorno natural no son dos cosas separadas, por mucho que nos empeñemos, y todo está interrelacionado. Cualquier plan de actividades económicas, tendría que tener en consideración la producción de alimentos, los flujos de agua, etc. Se trata de tener una visión de sistema, de ecosistema.
Por otra parte, y más difícil de conseguir, es que tenemos que cambiar de este modelo de consumo y de extracción de recursos sin límite, a un modelo económico que no busque la productividad y el “tener”, si no el bienestar, el buen vivir y la salud. Y, por mucho que nos aislemos, nunca tendremos bienestar ni salud de espaldas a la naturaleza o en guerra con ella. Estos últimos meses nos hemos dado cuenta de esto.
¿Qué crees que está fallando para que no llegue el mensaje de la necesidad de la sostenibilidad en nuestra sociedad?
Estamos inmersos en un círculo vicioso de consumismo y de culto individual, y no queremos oír hablar de nada que tenga que ver con renunciar a nada, cambiar de hábitos o hacer algo por un bien común. Por mucho que sepamos que a medio y largo plazo vamos a salir ganando.
Y la sostenibilidad y el medio natural no tienen a toda la maquinaria del mundo trabajando por publicitarla, así que sale perdiendo. Pero en eso estamos aquí ¿no?
Si usamos la tecnología para dejar menos huella, es amiga
¿La tecnología puede ser nuestra aliada o enemiga?
La tecnología en sí, no es mala ni buena, es solo una herramienta. El problema viene cuando la usamos para arreglar cosas que hacemos mal, en lugar de dejar de hacerlas mal. Por ejemplo, está muy bien que investiguemos cómo podemos deshacernos de la basura plástica de nuestros entornos naturales, pero la prioridad es dejar de producir basura plástica. Es un parche: generamos una falsa sensación de estar solucionando problemas.
Así que, cuando la tecnología es una aliada del consumismo, es enemiga, pero si la usamos para dejar menos huella, es amiga.
¿Qué planes de futuro tenéis?
Estamos inmersos en una recaudación de fondos para poder completar el pago de 48 hectáreas más para nuestro bosque de Undabaso. Nos queda muy poquito y desde aquí animo a participar a todo el mundo a través de nuestra web. Con estas 48, nuestro bosque está cerca de las 160.
Y, cada día surgen nuevas oportunidades para sumar más hectáreas aquí, y en otras ubicaciones. Si algo nos han enseñado estos 18 años de andadura, es que la realidad siempre supera nuestras expectativas. Hace solo 3 años, nos parecía un sueño alcanzar las 100 hectáreas en Undabaso, y ahora no nos ponemos límite.
El plan es continuar creciendo, crecer en superficie restaurada, en recursos y, sobre todo, ser una familia cada vez más grande. Estos meses están siendo muy duros, sin poder juntarnos con nuestro voluntariado todo lo que nos gustaría, y sin su ayuda. Los echamos de menos, y estamos deseando reanudar las actividades, aunque sea de lejos y con mascarilla.